Desde una terminal aérea de Bogotá, Jorge Aguirre, exdelantero que dejó huella en Junior de Barranquilla con dos títulos de Copa Colombia, decidió alzar la voz. Esta vez no para celebrar un gol, sino para compartir una reflexión cargada de sinceridad dirigida a quienes aún pisan el césped profesionalmente.
A sus 37 años y ya retirado de las canchas, Aguirre tomó su celular mientras caminaba por el aeropuerto y grabó un mensaje que ha comenzado a circular con fuerza entre futbolistas y aficionados. Lejos del tono superficial de las redes, el antioqueño se despachó con un mensaje contundente, nacido desde la experiencia de quien sabe lo que es vivir del fútbol… y también alejarse de él.
«La vida del jugador es corta», advirtió con firmeza. En sus palabras no hubo rencor, pero sí una claridad que a veces cuesta digerir: muchos futbolistas, según Aguirre, no están valorando el privilegio de vivir del deporte. “Hay compañeros que no lo están entendiendo, que no se cuidan, que creen que esto es eterno y se olvidan de que el fútbol tiene fecha de vencimiento”, manifestó.
Aguirre, recordado en Barranquilla por su entrega en el campo y su carácter dentro y fuera del vestuario, no habló desde la crítica, sino desde la experiencia acumulada. “Hoy estoy fuera y me doy cuenta de lo importante que era cada minuto de entrenamiento, cada partido, cada decisión personal”, comentó en el video que él mismo compartió en sus redes.
El exatacante también hizo énfasis en el entorno: en la necesidad de rodearse bien, tomar decisiones con inteligencia y cuidar el físico, no solo para el rendimiento inmediato, sino para la salud a futuro. “Lo que hagan hoy les va a pesar mañana. Para bien o para mal”, concluyó con un tono reflexivo.
El mensaje ha calado en quienes aún están en la élite. Desde entrenadores hasta jóvenes promesas, varios han compartido sus palabras como una especie de llamado a la conciencia: una advertencia de que la carrera deportiva no se mide solo en años, sino en elecciones diarias.
Aguirre ya no está bajo los reflectores de los estadios, pero su voz, desde un celular y un aeropuerto cualquiera, acaba de marcar un nuevo gol: uno de esos que no se celebra con saltos, pero que deja huella en quienes saben escuchar.
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