En medio de la nostalgia y los recuerdos gloriosos de 1977, dos figuras emblemáticas de la historia de Junior de Barranquilla volvieron a reencontrarse, esta vez no en una cancha, sino a través de palabras cargadas de afecto y hermandad. Juan Ramón Verón, símbolo eterno del equipo rojiblanco, atraviesa una etapa de recuperación tras una complicada situación médica, y Camilo Abelardo Aguilar, su compañero en aquella gesta inolvidable, volvió a tener contacto con él.
El exjugador y técnico del ‘Tiburón’, conocido como ‘la Bruja’, fue hospitalizado el pasado 30 de abril en La Plata, Argentina, debido a un cuadro de deshidratación e insuficiencia renal. Con 81 años y un solo riñón, la situación encendió las alarmas. Sin embargo, hoy se encuentra en casa, acompañado de su familia y rodeado del cariño de quienes comparten con él una historia cargada de gloria y afecto.

“Gracias a Dios ya está en casa y se está recuperando bastante bien”, confirmó Aguilar en diálogo con EL HERALDO, quien no ocultó la alegría de volver a comunicarse con su viejo amigo. “Todavía está débil, le cuesta hablar. Me pusieron un altoparlante para poder comunicarme con él”, contó.
Ambos forjaron una relación fraternal desde sus años dorados en Estudiantes de La Plata, donde alzaron juntos tres Copas Libertadores y una Intercontinental. Pero fue en Barranquilla donde su vínculo se hizo eterno. Verón fue el puente que trajo a Aguilar al Junior, y juntos lideraron aquella histórica conquista del primer título de Liga para los curramberos en 1977.
“La estrella del 77 fue especial para todos. Junior nos permitió vivir una experiencia única en un país que nos acogió con amor. Amamos a Colombia, especialmente a Barranquilla”, expresó Camilo con emoción.
Mientras Verón sigue su tratamiento con ánimo y en compañía de los suyos —su hijo Juan Sebastián, ‘la Brujita’, publicó recientemente una foto suya tomando mate—, Aguilar cumple hoy 76 años con el orgullo intacto de haber vestido y honrado la camiseta rojiblanca.
“Barranquilla es fútbol, es alegría, es pasión. Nos trataron como reyes, como si fuésemos hijos de esa ciudad. Siempre estaremos agradecidos”, agregó el exdelantero, autor de dos goles fundamentales en aquella final frente a Santa Fe, el 14 de diciembre de 1977.
Hoy, cuando Junior busca nuevas gestas, el recuerdo de estas leyendas sigue siendo una inspiración. Su legado no solo vive en los trofeos, sino en el corazón de una ciudad que no olvida a los hombres que le dieron su primera estrella.
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